¿De qué manera podemos ayudar a los niños a recuperar las rutinas y los horarios con más facilidad? ¿Cómo deberían ser las despedidas para que fueran más tranquilas y respetuosas con las emociones de los niños? ¿Por qué un niño se resiste o se niega a volver a la escuela?
El psicólogo Roger Ballescà, psicoterapeuta y coordinador del Área de Salud Mental Infantojuvenil de la Fundació Hospitalàries Martorell, ha participado en el programa de Catalunya Ràdio L’ofici d’educar para analizar cómo viven los niños y adolescentes la vuelta al colegio y qué claves pueden ayudar a familias y docentes.
Según Ballescà, la vuelta no siempre se vive con alegría: “Los cambios de etapa pueden generar nervios, tristeza o miedo. En lugar de decirles que no deben estar tristes o nerviosos, es mucho más útil decirles que es normal sentirlo y que esa emoción pasará.” Validar lo que sienten, asegura, les ayuda a gestionarlo mejor.
El psicólogo también pone el acento en la importancia de recuperar las rutinas con condiciones favorables, pero sin olvidar el ocio y el descanso: “No puedo obligar a un niño a dormir o a comer, pero sí crear el entorno adecuado: ir a la cama, apagar la luz y estar tranquilo, sin pantallas.”
Sobre los niños que se resisten a volver al colegio, Ballescà advierte que puede ser una señal de sufrimiento importante: “Si un niño no se siente competente o tiene dificultades de aprendizaje, o bien sufre problemas en las relaciones con compañeros, miedos o situaciones de acoso, es lógico que se resista. Hay que investigar qué hay detrás.” También reclama más recursos públicos para que las familias no queden desatendidas tras un diagnóstico: “El siguiente paso debería ser que las administraciones dieran una buena respuesta y una intervención precoz.”
Otro aspecto clave para Ballescà son las despedidas en la puerta de la escuela o en cualquier actividad. Recomienda anticiparlas y aceptar que los niños pueden expresar su malestar: “No podemos pretender que nos hagan caso con una sonrisa. El principal error es querer razonar con un niño enfadado; hay que mantener la calma.” También recuerda que la separación genera angustia tanto en los hijos como en los padres: “Es importante verbalizarlo, decirles que a nosotros también nos cuesta un poco, pero que pronto estarán mejor.”
Finalmente, Ballescà advierte sobre la gestión de las pantallas, especialmente en adolescentes: “Pretender que se regulen solos es como esperar que un niño de cuatro años con una bolsa de caramelos solo coma dos y pare. Eso no ocurre. Necesitan una regulación externa hasta que sean capaces de asumirla internamente.”

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